martes, 1 de octubre de 2013

La Tierra de Israel

Con la lectura del reportaje “Palestina a ritmo joaldun” y del artículo “La herencia judía”, publicados respectivamente en los números 50 y 45 de la revista de la asociación de vecinos de Judimendi, se constata cuán plurales y antagónicos son los sentimientos de los vecinos de este barrio para con los pueblos palestino y hebreo.
Resulta sorprendente que haya sido precisamente Judimendi (el barrio vitoriano que representa el tradicional respeto y vinculación al pueblo judío que la ciudad ha tenido en el pasado) el lugar de donde haya surgido esta iniciativa ideológico–política, más que folclórica, protagonizada por el grupo “Joaldunak eta Momotxorroak" de Judimendi.
Me atrevo a aventurar que, quien por muchos años fuera presidente de la asociación de vecinos de Judimendi, el sr. Nino Muñoz, poco o nada se habrá sentido representado por dicho grupo en su “acción–protesta palestina”. Huelga decir que otros vecinos del barrio, entre los que me hallo, tampoco.
Se afirma en el reportaje que “inmigrantes judíos llegaron a Palestina (principalmente desde Europa) a finales del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX”, y uno se pregunta si este grupo calificaría también de inmigrantes a los descendientes de los denominados “vascos de la diáspora”, residentes mayoritariamente en América, en el hipotético caso de que decidieran regresar a vivir en la tierra que vio nacer a sus ancestros, llamada hoy, mas no por todos, Euskal Herria.
Parece preciso apuntar que las tribus israelitas se organizaron en un Estado monárquico a finales del siglo XI a.C., si bien el pequeño pueblo nómada hebreo ya habitaba la tierra de Canaán desde mucho antes, y que desde el siglo VIII a.C., el Estado israelí pasó sucesivamente a poder de asirios, caldeos, persas, lágidas, seléucidas y romanos. La historia del antiguo Estado de Israel termina en torno al año 70 d.C., en el momento en que las legiones de Tito toman Jerusalen y hacen desaparecer geográfica y políticamente el Estado judío, como represalia por sus continuas y manifiestas aspiraciones independentistas que desembocaron en su sublevación contra el Imperio. 
Hay que decir, sin embargo, que el pueblo judío, espiritualmente hablando, ha perdurado siempre, aunque disperso por el mundo, a pesar del exacerbado
interés en su desaparición que han mostrado y muestran hoy muchos de los pueblos circundantes y otros más lejanos. No es sino el sino del “pueblo elegido de Dios”.






Tampoco está de más recordar que lo que hoy en día se conoce como “Palestina” se corresponde con la parte meridional de la región bíblica de Canaán, también llamada más tarde la “Tierra de Israel”, entre otros nombres, y que fue el Imperio Romano quien, tras aplastar la Gran Revuelta Judía (66–73 d.C.), cambió su nombre por el de “Palaestina”, en referencia a un pueblo, ni semita ni árabe, que la habitó en su zona costera, a saber, el de los filisteos, con el fin evidente de hacer desaparecer de la memoria histórica el nombre de Israel.
A la luz de estos hechos, a uno se le antoja insostenible la insinuación que se hace en el citado reportaje del derecho de la ANP (Autoridad Nacional Palestina) a construir el Estado de Palestina sobre el 100% de la superficie de la denominada en el reportaje “Palestina histórica”.


Monumento ‘Convivencia’, con palabras en español, euskera
y hebreo (Isaías 2, 4). Judimendi (Vitoria–Gasteiz).



Autora: Yaël Artsi. Inaugurado en 2004

Las descalificaciones que se vierten en contra del moderno Estado de Israel, de sus gentes, de su ejército,... a quienes se les tacha de “ladrones, criminales, genocidas e invasores”, por un lado, junto con la llamada a un boicot a los productos y cultura israelíes, por otro lado, contrastan
sumamente con la entrevista a la artista sefardí, Yaël Artsi, autora de la escultura “Convivencia”, sita en el Parque del Polvorín Viejo, que apareció publicada en el número 45 de esta revista y de la cual transcribimos aquí algún fragmento:

– [...] ¿Y cómo ve la actual situación entre Israel y Palestina?
– En Israel casi la mitad de la gente cree que el camino es la paz. Yo estoy segura de que todo cambiará, porque no tenemos otra alternativa. Hacer la guerra es terrible para todos, porque las lágrimas de una madre son iguales, sea blanca, negra, cristiana, judía o árabe. La gente sufre por ambos lados. Y parece que ya no podemos retroceder más en esta espiral de violencia. Sólo podemos ir hacia la dirección de la paz. [...]

Este es también mi deseo: Que estos dos pueblos en guerra, descendientes de Ismael e Isaac, hermanos, por tanto, desde tiempos inmemoriales, lleguen pronto a la reconciliación, al mutuo reconocimiento y a una convivencia en paz. ¿Qué tiene, pues, más sentido? ¿Echar agua o leña al fuego? Gora pakea guztion artean!







Revista Judimendi Aldizkaria     Nº 51 zk.     enero de 2007ko urtarrila
Cartas/Gutunak

La réplica a este artículo realizada por el grupo "Joaldunak eta Momotxorroak" de Judimendi y que se publicó en el mismo número de la revista puede leerse en el siguiente enlace:  réplica







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