martes, 1 de octubre de 2013

Judeofobia, ¿políticamente correcta?

La entrada de hoy es una réplica a un artículo que apareció publicado en el número 57 de la revista Judimendi titulado "Respetuosos con el judaísmo, implacables con el sionismo" (págs. 24, 25 y 26).
El contenido del anónimo1 artículo titulado “Respetuosos con el judaísmo, implacables con el sionismo” y que puede leerse en la sección “Colaboración” del nº 57 de la revista Judimendi es, al parecer, coherente con su línea editorial; recordémoslo, la de una publicación de la comisión de cultura de la asociación de vecinos Judimendikoak. Como lector esporádico que soy de esta revista declaro que pensaba ingenuamente que, en tanto que iniciativa cultural subvencionada con el erario público, su línea editorial no era sino la que los vecinos del barrio y los colaboradores quisieran establecer y, por tanto, una editorial, a priori y a posteriori, lo más plural, heterogénea, abierta y tolerante posible. ¡Pues no!, quien escribe la presente réplica pudo
comprobar cómo, en la sección “Cartas” de su nº 51 de enero de 2007, al publicarse un artículo propio titulado “La Tierra de Israel”, éste fue sorprendentemente encabezado con una nota en la que se advertía que la línea editorial de la revista no compartía necesariamente el contenido de las opiniones vertidas en la sección.
Sin ánimo de ofender a nadie, reconozco que me indigna verificar cómo algunos sectores sociales, aprovechando las “bondades” del sistema, acaparan, monopolizan y usurpan la representatividad de toda la vecindad de un barrio al erigirse en sus delegados político–culturales.
Hecha esta introducción, procedo a comentar algunos puntos del citado artículo:
En primer lugar, parece preciso matizar que el compromiso jurado por el procurador Juan Martínez de Olabe el 27 de junio de 1492 y consistente en no arar y destinar a ágora y a dehesa los terrenos del montículo donde se
asentaba el cementerio de la comunidad judía que, en un acto de generosidad, los cedió a la ciudad con motivo de su expulsión por los Reyes Católicos, estuvo vigente hasta otro 27 de junio, pero de 1952, fecha en que Benjamín Gómez, sefardita y presidente del Consistorio israelita de Bayona, como representante de la comunidad que se consideraba heredera de aquellos exiliados, liberaba a la ciudad de dicho compromiso, tal y como quedó reflejado en el monolito erigido en recuerdo del camposanto; que la ciudad ha seguido cumpliendo hasta la fecha de hoy lo acordado en el expirado pacto, tal y como se afirma en el artículo, lo contradice el hecho de que hace unos años se procedió a la construcción de un aparcamiento subterráneo en dicho cerro.





En segundo lugar y en relación con la iniciativa llevada a cabo en el barrio en los últimos años referente a la elección del nombre Sefarad para la nueva plaza frente al centro cívico o a la colocación en el parque Judimendi
del monumento Convivencia de la escultora israelí Yaël Artsi diré que, lejos de ser tendenciosa o estar  contaminada de ‘sionismo’ es, a mi entender, un 






emotivo homenaje y una eficaz contribución al recordatorio de aquella comunidad judía que habitó en el barrio de la judería totalmente integrada en la ciudad durante varios siglos y en un clima de convivencia cordial a pesar de los decretos restrictivos y prohibitivos de las ordenanzas alavesas de los que fue víctima. No obstante, parece conveniente recordar que su desgraciada expulsión se llevó a cabo en la naciente España de forma un tanto tardía, habida cuenta de que fue en Inglaterra (Eduardo I, 1290) y en otros países de Europa como Francia (Felipe IV, 1306) o Austria (1421) donde tuvo lugar en primera instancia este desgraciado hecho histórico. Curiosamente, en aquellos tiempos se calificó la medida por el resto de países del entorno como un signo de modernidad que incluso se felicitó. 



Considero, en este sentido, que la utilización que se hace en el artículo del acuerdo adoptado por el concejo de la ciudad con aquella comunidad judía o con el reconocido y bien pagado médico judío Antonio de Tornay para intentar contraponer el nacimiento de un barrio ‘vasco–conciliador’ con el de la ‘impositora’ nación de España resulta realmente patética y sin fundamento alguno.
Por otra parte, se ha de admitir, en mi opinión, aunque les pese a algunos que dicen mostrarse respetuosos con el judaísmo, que una suficiente indagación y un mayor conocimiento de la religión que profesaban aquellos judíos nos conducirían a concluir que todos ellos amaban la tierra de donde procedían sus ancestros y soñaban con volver a vivir en ella algún día, dando así cumplimiento a las profecías que al respecto están escritas en su Gran Libro, el Tanaj, ya que la de su dispersión ya se había cumplido:

32 Asolaré también la tierra, y se pasmarán por ello vuestros enemigos que en ella moren;33 y a vosotros os esparciré entre las naciones, y desenvainaré espada en pos de vosotros; y vuestra tierra estará asolada, y desiertas vuestras ciudades. 
Levítico 26





12 Y levantará pendón a las naciones, y juntará los desterrados de Israel, y reunirá los esparcidos de Judá de los cuatro confines de la tierra.
Isaías 11

[...] 19 Porque tu tierra devastada, arruinada y desierta, ahora será estrecha por la multitud de los moradores, y tus destruidores serán apartados lejos. 20 Aun los hijos de tu orfandad dirán a tus oídos: Estrecho es para mí este lugar; apártate para que yo more. 21 Y dirás en tu corazón: ¿Quién me engendró éstos? Porque yo había sido privada de hijos y estaba sola, peregrina
y desterrada; ¿quién, pues, crió éstos? He aquí yo había sido dejada sola; ¿dónde estaban éstos? 22 Así dijo Jehová el Señor: He aquí yo tenderé mi mano a las naciones, y a los pueblos levantaré mi bandera; y traerán en brazos a tus hijos, y tus hijas serán tradas en hombros.
Isaías 49


Quienes profesamos una fe evangélica en el mismo Dios que el de los judíos ‘sabemos con la certeza de la fe’  que el objetivo de colocar en Oriente Próximo a la nación israelita no sólo es el objetivo de una corriente de
pensamiento denominada sionismo sino también, y sobre todo, el objetivo de Jehová Dios y, por tanto, irrevocable, quien se sirve en cada momento de las herramientas y personas que considera apropiadas. ¡Bendita sea su divina
voluntad! 

¿Quién oyó cosa semejante? ¿Quién vio tal cosa? ¿Concebirá la tierra en un día? ¿Nacerá una nación de una vez? Pues en cuanto Sion estuvo de parto, dio a luz sus hijos.
Isaías 66
Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo? 7 Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad;
Hechos 1

En mi opinión, el superficial análisis histórico–político del origen del moderno Estado de Israel que se refleja en el artículo y su parcialidad en la condena a Israel responden a prejuicios infundados y a un intento cínico de manipulación y tergiversación de la información cuyo objetivo es instalar en el imaginario colectivo la idea de que Israel es el único culpable de este complejo conflicto judío–palestino que más bien es, en realidad, árabe–israelí.








Fomentar el boicot a todo lo que provenga de Israel, resaltar únicamente la violencia contra la población palestina utilizada por el ejército y policía hebreas en su legítima defensa, omitir y ningunear la violencia y el terror 
causados entre la población israelí por los guerrilleros palestinos, alimentar la idea de que el cese de la beligerancia equivaldría a una rendición ante el enemigo, etcétera flaco favor hacen a la pacificación, obstaculizan el inicio de la negociación y se constituyen en auténticos actos saboteadores de las mismas susceptibles de ser denunciados.
Los vecinos del barrio Judimendi al igual que el resto de la sociedad europea han de refrescar la memoria y recordar que el todavía no constituido Estado Palestino pudo haberlo estado ya hace 62 años y que no fue así porque los 
árabes rechazaron aquél veredicto internacional y proclamaron su intención de ‘arrojar a todos los judíos al mar’ enfrascándose en una trágica guerra, como todas, contra el naciente Estado de Israel. Asimismo han de saber que
cuando los judíos de la diáspora decidieron regresar, paulatinamente desde principios del s. XX, al mal denominado territorio de Palestina la población, mayoritariamente árabe aunque también samaritana y judía, era escasa; 
asimismo han de saber que el territorio se hallaba cuasi–abandonado y que fue precisamente después del impulso vital y del floreciente desarrollo llevado a cabo en el mismo por los judíos cuando las masas de población 
árabe–palestinas comenzaron sus reivindicaciones nacionalistas, de forma beligerante a partir de la constitución del Estado de Israel en 1948, y prácticamente inexistentes mientras duró la dominación turca o el mandato colonial británico. Han de conocer también que “en Israel y desde hace decenios, hay un movimiento pacifista llamado Paz Ahora (Shalom Ajshav) que dinamiza a un millón de personas. ¿Qué movimiento por la paz existe entre los palestinos? Es difícil que surja en el caldo de cultivo que los dirigentes palestinos propician al estimular la pérdida de la memoria y un desmesurado crecimiento del odio. Los palestinos, después de cada nueva frustración, se dedican a matar judíos. Habrá paz, –dijo Golda Meier– cuando amen a sus hijos más de lo que nos odian a nosotros. Ésta también es una simple y dolorosa verdad”.
(Marcos Aguinis, ‘El alzheimer del pueblo palestino’, 1–4–2002).

Finalizaré diciendo que mi fe y mis creencias religiosas me dicen que la solución a este dramático conflicto, en el cuál la política de asentamientos y bombardeos por un bando y los lanzamientos de misiles y atentados civiles
por otro nos muestran el horror de la guerra, es imposible para el ser humano habida cuenta de que en su más profunda raíz, al igual que en otros conflictos humanos, se halla desgraciadamente la semilla del mal: el odio; y para muestra un botón: “Vaya pues el mayor de mis desprecios para la escultura y su autora” (Koldo Sagasti Saenz de Buruaga,  miembro de Judimendiko Momotxorroak. ‘La tierra de palestinas y palestinos’. Sección Cartas. Revista Judimendi, nº 51 de enero de 2007). 
El drama de las víctimas y la sangre derramada en ambos bandos claman al cielo y es por ello que creo firmemente que la solución pasa por la intervención divina con la prometida y segunda venida de Jesús el Mesías, pero en el entretanto, al ver al judío ‘apaleado’, aunque sea verbalmente como en este caso, líbreme el Señor de actuar como el sacerdote o como el levita, y ayúdeme a ser como el buen samaritano (Lucas 10:25–37).
Gora pakea guztion artean! ¡Oh, Jerusalen, la paz sea sobre ti!

También se echa de menos, en el último número de la revista, la impresión de la identidad de las personas del equipo redactor que habitualmente aparecía en la primera página.

Pascual Garrote Arias,  marzo de 2010,  Judimendi (Vitoria–Gasteiz)


No hay comentarios:

Publicar un comentario